miércoles, 7 de marzo de 2018

Embajadores rojiverdes

La radio sintonizada en una emisora con poca potencia conspiraba para seguir el partido; los que no estábamos en la cancha -por diversas razones- estamos pendientes como nunca de lo que pasaba en el Parque Maracaná. Es que Rampla iba ganando y estaba cerca de clasificar a una copa internacional. Los entonces dirigidos por Eduardo del Capellán, que ganaban 1 a 0, tenían que aguantar 10 minutos más y habrían dado un paso más que importante para volver a planos continentales. Pero sucedió lo inesperado; luego de un pelotazo al área rojiverde y con el juez central bien lejos de la incidencia el línea de turno cobró un penal inexistente. Marcelo Costa, ese nombre quedará tatuado en los hinchas de Rampla, vio una falta donde no la hubo. Él, como todos sus colegas, tiene todo derecho a equivocarse, claro está. Pero ese error generó un gol que nos sacó de la tan ansiada clasificación.

Algunos años más tarde, cuando todo parecía perdido y con un técnico de emergencia para la ocasión volvíamos a quedarnos en la puerta. El Estadio Centenario estaba con mucha gente para presenciar la última fecha de la Liguilla y ver al grande de turno hacer los deberes. Los rojiverdes que estábamos en la tribuna América veíamos como nuestros jugadores echaban el resto y metían Peñarol dentro del arco buscando la victoria. El partido estaba 2 a 2 y el tiempo se iba, en los descuentos Marcelo Palau mandaba el centro al área y la pelota le quedaba a Enrique “Quique” Ferraro que, sorprendentemente, quedaba solo frente a nuestro gratamente conocido Nicolás Biglianti. El pelilargo ariete no podía definir y nosotros volvíamos a quedarnos en la puerta de una nueva clasificación a una Copa internacional.

Tuvieron que pasar algunos años, descensos y hasta amenazas de no participación para que ese sueño que nos fue esquivo dos veces en el pasado reciente finalmente se consiguiera. Un grupo de jugadores con una tremenda adhesión a la causa, con el ya conocido “Ronco” López a la cabeza no falló. Luego de un tremendo Apertura donde hasta ganaron un clásico de visita, se mandaron flor de Intermedio y coronaron en el Clausura la tan ansiada clasificación.


De ahí en más todo fue nuevo, hasta el sorteo de la Copa se disfrutó como un evento que para los
Picapiedras era ajeno. Ver el nombre de nuestro equipo en las pantallas de Fox Sports fue algo que -secretamente y no tanto- todos deseábamos hace un buen tiempo. Esa foto quedará en nuestras retinas para siempre, sin importar los resultados.


El azar quiso que nos tocara enfrentar a Universidad Técnica de Cajamarca (UTC) en Perú. El destino, tan hermoso como lejano, no fue obstáculo para que muchos rojiverdes acompañen al equipo de sus amores a tan importante cita. Sin temor a equivocarme, aquellos que tuvimos la suerte de ir deseamos que el destino fuera más cercano o quizás en otra fecha para que más rojiverde hubieran podido acudir a la cita. De todas formas, aquellos que estaban allí vivimos el viaje como verdaderos embajadores de todos aquellos rojiverdes que no pudieron concurrir. Desde el popular “Paco” hasta un ex Ministro, pasando por Nico, el Prof. Modesto Turrén y los queridos Cacho y Rubén (que siempre están vendiendo rifas para las juveniles) y tantos otros.
Nosotros -que estábamos allá- representamos de alguna forma a todos los que lo estaban viviendo desde acá; las crónicas de Marcelo, las fotos de Adrián, los viajes al interior de Fuentes, los enojos de Mauri, las preguntas de Mihran, las gritos de la Chola y una larguísima lista de etcéteras estaban con nosotros.

Desde el momento de llegar al aeropuerto, los hinchas sabíamos que estábamos cumpliendo un sueño. La clásica foto en la puerta de embarque con la camiseta rojiverde se imponía y comenzaba la travesía. Algunos con más turismo que otros, algunos llegando sobre el día del partido y otros tomándose unos días para conocer un país maravilloso, pero todos hermanados por un sueño; ¡ver a nuestros amados colores fuera de fronteras!

Los cambios de sede hasta último momento complicaron a los nuestros, hubo gente que tuvo que ir en avión hasta Trujillo para luego ir y volver a Lima en ómnibus (16 horas en total) a ver el partido y luego volver a Montevideo. Otros perdimos alojamiento ya reservado y algunos pasajes. No fue obstáculo, la sensación de ver la primera camiseta de Rampla en Perú caminando por la calle fue algo único.

Miraflores, el barrio de Lima donde se encontraba el grueso de la delegación rojiverde fue el punto de encuentro para los nuestros. Las camisetas se dejaban ver por la calle y con ella los saludos y abrazos entre viejos conocidos de la cancha. Es que somos p̶o̶c̶o̶s̶ muchos y nos conocemos. Los que aprovechamos para hacer turismo en Lima en los días previos no pudimos evitar entrar en modo partido la noche anterior. Bastó con una cena junto a un grupo de Picapiedras para que el bar se vea revolucionado cuando en una TV apareció un informe del rojiverde. No paraban de repetir los goles en el último clásico jugado en el barrio La Paloma y los ahí presentes no parábamos de cantar. La gente no entendía nada.


La jornada del partido fue diferente. El turismo ya fue dejado de lado, solo aprovechamos la mañana para darnos un bañito en el Pacífico -camiseta de Rampla mediante, claro está- y luego acomodar toda la logística para concurrir al estadio Miguel Grau en El Callao. Todo debía ser planificado de manera acorde, los desplazamientos eran largos y nadie quería perderse ni un minuto de lo que se venía.

Lima es una ciudad enorme; con casi 10 millones de habitantes y un tráfico muy complicado. Ellos ni se enteraron, pero nosotros estábamos ahí para ser testigos del partido más importante en muchos años de nuestro club. Todos los locales nos decían que la zona del estadio era complicada, etc., etc., pero si hay algo que sabemos es recorrer canchas y visitar todo tipo de zonas.

Una hora antes del partido, la gran mayoría de Picapiedra ya estábamos ahí. Llegar a las afueras del estadio y verlo lleno de camisetas rojiverdes fue una de las primeras emociones de la tarde. Éramos locales, no había duda. Entrada barata -lo mínimo que podía hacer UTC luego del pésimo manejo ante la fijación de la sede- en mano y luego a esperar la entrada a la cancha. La policía, al igual que acá, no quiso ser menos y buscó protagonismo. No se podían ingresar banderas ni tampoco cinturones (nuestros hinchas debieron dejarlos en el portón de entrada para luego -para sorpresa de todos- hacerse de ellos a la salida).


Otra de las extrañas cosas que nos sucedió a la entrada fue que lo boleteros se quedaron con toda la entrada y nos devolvieron solo un pequeño talón; exactamente al revés de lo esperado. Es decir, se quedaban con el talón que tiene los escudos de los equipos (ideal para el recuerdo) y nos devolvían un talón con un número. Todos los Picapiedras quedamos bastante tristes por eso dado que queríamos conservar el recuerdo de ese histórico día.

Una vez ingresamos al estadio todo fue una fiesta, fotos, videos y cánticos. Las instalaciones del mismo eran similares al Charrúa pero con pista de atletismo.

Los jugadores ya calentaban y la hinchada rojiverde se empezaba a hacer sentir. Palabras de aliento, cánticos y rostros de alegría mezclados con tensión por el partido que se venía.

Párrafo aparte para describir el ingreso al campo de juego de nuestros jugadores; fue el momento más emotivo de todo el viaje para quien escribe. Las lágrimas, debo confesar, no faltaron a la cita. Un momento que muchos soñamos hace mucho tiempo cuando fuimos a todas las canchas de nuestro país. Sin importar clima, división, día laborable o distancia. Ver a los colores que tanto queremos entrando a la cancha en un torneo internacional no tiene precio. Para los que crecimos con Rampla en nuestra sangre no son ajenas las historias de las giras; América, Europa y hasta Asia vieron a los nuestros. Otros hasta tuvimos familiares, de esos que ya no están pero siguen estando y nos heredaron esta pasión, integrando delegaciones de Rampla en el exterior y por eso ese momento era tan importante. El saludo y reconocimiento de los jugadores a toda la gente que se acercó también quedará grabado.


¿Del partido qué decir que ya no se sepa? ya todo está contado de la mejor manera en la crónica del mismo. Sólo una anécdota que quizás no se vio por televisión. Éramos locales, que no quepa duda. Luego de la expulsión de Benítez, nos hicimos sentir de tal manera que en cada falta que cometía el número 5 local Benjamín Ubierna la gente de Rampla estallaba en protestas. El juez pudo haberlo expulsado dada la cantidad de faltas que cometió teniendo amarilla, tal es así que el Navarro optó por sacarlo para no complicar su chance en el encuentro.

En horas se jugará la vuelta, estamos abajo 2 a 0 y la parada es complicada. Pero vaya si Rampla sabe de dar vuelta situaciones adversas. ¡LE GANAMOS A LA MUERTE, PODEMOS GANAR ESTE PARTIDO!

A los hinchas rojiverdes invitarlos a que disfruten de esta instancia histórica, disfruten de ver a sus colores en un momento tan importante. Alienten, griten y apoyen. Ojalá nos saquemos las ganas de gritar un par de goles que nos pongan a tiro y nos acerquen a una clasificación que sería histórica. Es difícil pero se puede. Y si no se logra, quédense con el recuerdo que fueron testigos de un momento histórico para el club. No tengo dudas que todos vamos a estar ahí alentando y a la altura de las circunstancias.

¡FUERZA RAMPLA, CARAJO!

Crónica: Emilio Fernández (@DurosConceptos)
Fotos: Rampla Juniors - Página Oficial.
Allegados a El bravo Rampla y termos eventuales: Emilia y Frank Lampariello.
Estudios centrales y producciones audiovisuales: Marcelo Baruffaldi (@crearoreventar) y Adrián Barreto (@adribarreto90)

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