martes, 6 de noviembre de 2018

¡Gracias por la entrega!

El clásico no podía tener un peor comienzo. Recibimos un gol desde el vestuario y a los 15 minutos ya estábamos 0-2 abajo. Una síntesis de lo que ha sido la temporada picapiedra en este 2018: empezar perdiendo desde temprano y tener que remontar desde atrás.

Para complicarla aún más, una expulsión recién en media hora de juego. Otro problema que se repitió a lo largo del año, a punto tal que fuimos el equipo con más expulsiones en el recién culminado Campeonato Uruguayo.

Sin embargo, con el fantasma de padecer una goleada revoloteando el Olímpico, estos jugadores no se achicaron y otra vez sacaron a relucir esa rebeldía para anteponerse a la adversidad. Como remontaron un 0-2 en la Copa Sudamericana, o dieron vuelta un 1-3 frente a River, o el más reciente empate 2-2 y también con un hombre menos conseguido frente a Atenas.

Eso que les pedimos siempre a los que hombres que se ponen nuestra camiseta no podía faltar en la cita más importante. En este partido metieron y metieron como pocas veces vimos a un equipo de Rampla meter en un clásico, a tal punto que nunca se notó la inferioridad numérica, ni la supuesta superioridad futbolística del rival (que por algo terminó quinto en la tabla anual).

Es cierto, faltaron argumentos futbolísticos y no hubo mucho juego asociado, pero la entrega de estos muchachos fue conmovedora. No merecían irse derrotados y dos goles de cabeza pero empujados con el alma hicieron justicia.

Después aguantaron como gladiadores, y hasta metieron miedo con alguna incursión del colombiano Herrera o alguna incidencia de pelota quieta, ante un rival pálido y nervioso, avasallado en lo anímico por la actitud de los nuestros.

(foto: Francisco Flores - Ovación)

Nadie se guardó nada y sabemos que a veces puede resultar injusto destacar algunos nombres sobre otros, pero entendemos que hubo algunas actuaciones que especialmente quisiéramos resaltar.

En primer lugar al capitán Nicolás Rocha, uno de los pocos "sobrevivientes" de aquel equipo del 2015 que no se sabía si iba a poder competir, y que terminó logrando el ascenso de la mano de Gabriel Añón. Durante parte de este año le tocó quedar al margen, pero cuando Antúnez le dio la chance de volver y se puso a punto, nuevamente fue el corazón del equipo en la mitad de la cancha.

En el mismo tenor destacar al "patrón" Matías Soto. Otro que no era considerado con Fuentes y que con la llegada del nuevo cuerpo técnico fue un bastión del equipo, no solo marcando sino transformando cada saque de banda en un centro al área rival.

¡Y cómo no decir nada de sus compañeros de línea final! Desde el "popi" Servetti que le puso candado al lateral derecho, a esos dos tanques de la zaga como Edgar Martínez y Gonzalo Rizzo, que además, por si faltaba algo, metieron los dos goles en el clásico. El "Lalo" terminó jugando en una pierna, visiblemente lesionado, porque no teníamos más cambios.



(foto: Francisco Flores - Ovación)

Y un capítulo aparte para (a nuestro entender) la gran revelación de esta segunda parte del año: Rodrigo Gastón Díaz. Ese botija que llegó calladito, de la mano de Julio Fuentes, que tuvo la mala suerte de lesionarse en la revancha contra Independiente Santa Fe pero cuando volvió mostró cualidades difíciles de ver en un mismo jugador: buen trato de pelota, pegada precisa (casi mete un gol olímpico en el clásico), fortaleza en el juego aéreo y una potencia tremenda para marcar y recuperar balones. Fue la gran figura de Rampla en los últimos 3 o 4 partidos.

Para terminar, algo que quizás haya gente que comparta y gente que no. Trajimos al "Tola" Antúnez porque era el especialista en salvar equipos del descenso. Lo logró, y no solo eso, una fecha antes, cosa de jugar el clásico sin esa pesada mochila.

Se le exigía que el equipo "juegue mejor" (para mí jugar bien es sacar los resultados que se necesitan) cuando no eligió a los jugadores, no tuvo mucho tiempo para trabajar y además debió lidiar con varias lesiones y suspensiones.

Previo al clásico fue duramente criticado por sus declaraciones (que luego aclaró) y por no convocar a Adrián Leites y Cristian Olivera. Todos los queríamos a ambos en el plantel, es claro, y era muy fácil para Antúnez dejar contenta a la hinchada, pero como entrenador decidió que lo mejor para el equipo era que jugaran otros muchachos. Ese era su trabajo.

Después entendemos que hay virtudes en el planteo táctico, que a pesar de no ser vistoso fue efectivo: mantener la defensa ordenada para no seguir recibiendo goles y buscar a los delanteros con balones largos, generando faltas y tiros de esquina, para aplicar lo ensayado en jugadas de pelota quieta.
 
Y por último, nadie puede dudar de su rol como motivador. ¿O acaso fue casualidad que luego de la charla del entretiempo los jugadores nuestros salieran a comerse la cancha? Lo mismo pasó contra Peñarol.

No sabemos si va a seguir o no va a seguir al frente del club, pero al menos a título personal solo tengo palabras de agradecimiento. Es fútbol y todo es opinable, así que en cualquier momento me van a empezar a llegar los mensajes al celular.



(foto: Francisco Flores - Ovación)

Se viene un enorme desafío en 2019: volver a las copas internacionales (porque medio que va a ser la única forma de mantener la categoría). Consolidar el trabajo de Gastón de los Santos como entrenador (¿en Primera quizás?) y proyectar a algunos de los futbolistas que mostraron gran nivel en Tercera División. Y ni que hablar del tema económico que siempre es un martirio.

Lo más importante, es que en el acuerdo o en las diferencias, estemos siempre en el mismo barco, tirando para el mismo lado, pensando en hacer lo mejor para el club que tanto queremos, cada cual desde su lugar. ¡Arriba Rampla!