miércoles, 8 de abril de 2015

Ayer, hoy y siempre

Ahora que nos toca volver a visitar el coqueto escenario de la Quinta de la Paraguaya me gustaría hacer referencia a la siguiente fotografía:
No me gusta entrar en polémicas de espacio, de comodidad, ni de nada.
Hemos ido, vamos y seguiremos yendo a cualquier lado. Eso es Rampla, punto.

Solo quiero recordar que ese día, el de la foto, corríamos altísimo riesgo de descenso (como el pasacalle oportunamente confeccionado claramente indica). Era la última fecha de un campeonato en el que, como tantos otros, íbamos a los tumbos. Con un técnico que debió haberse ido fechas antes y mucha tensión entre jugadores e hinchas. Podíamos descender y jugábamos contra un grande de visita. Es verdad que ellos no se jugaban nada, es verdad que no iban con titulares, pero Peñarol tampoco se jugaba mucho aquella tarde en Jardines y ya todos sabemos lo que pasó.
La lógica indicaba que el equipo grande era el favorito, la tabla indicaba que si Rampla no ganaba corría serio riesgo de volver a jugar los sábados. ¿Desde cuando el hincha se mide por lógica? Si por eso fuera ese día en la tribuna Picapiedra no había más que estoicos familiares acompañando a los jugadores.

Pero ahí está la prueba, ahí está la gente. Como siempre y como nunca. Esta foto la sacó un amigo, hincha de Nacional él. Recuerdo saludos varios luego que terminó el partido, algunos bolsos hasta alegrándose porque el Picapiedra se quedó en primera, consecuencia directa de una derrota de su equipo. Algo raro en los tiempos que corren, ¿no? Me pregunto si otros equipo podrán conseguir lo mismo en rivales de turno. ¿Podrán?
Lo que pasó adentro de la cancha es anecdótico. Esa vez nos salvamos, la siguiente no, ¿ahora?... ahora no sé.

Lo que sí sé es que el amor por la camiseta no se negocia y no se mide en comodidad y en lugar. A mi -personalmente- no me importa.
Los últimos años recorrí hasta la última cancha de la B, junto a los amigos de siempre, deseando jugar en primera, deseando tener la oportunidad de volver a estos planos. Montevideo, interior, todo. Siempre pensando en lo lindo que era ir al Estadio o al Parque los días que jugábamos contra un grande, en lo quijotesco de la cosa, si se me permite la licencia poética. Lo lindo que es “ser menos” en una cancha así y tener todo en contra. Eso nos une, nos fortalece y los éxitos se festejan el triple.

No sé usted querido lector, pero yo no me lo pierdo por nada. No sea cosa que nos destapemos ganando otra vez en el Parque y yo quiero poder contarles a mis nietos que -como siempre- estaba ahí. Y si no se da, algo que puede pasar, también quiero estar ahí, con los de siempre, porque parafraseando a Dolina "más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables".

Los dejo, me voy a comprar la entrada.

Nota: Emilio Fernández (@DurosConceptos).

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