lunes, 19 de febrero de 2018

Demasiadas ventajas

El Bravo Rampla es un espacio partidario y cuando escribimos muchas veces el corazón le gana a la razón, pero siempre tratamos de ser analíticos, de respaldar con argumentos lo que pensamos. Nuestra intención siempre ha sido informar a la parcialidad pero también intentar ayudar al club desde la crítica constructiva, expresando lo que vemos que puede hacerse mejor y valorando (vaya si lo hemos hecho en los últimos años) las cosas que se hacen bien.

La estrepitosa derrota 1-4 de Rampla ante Progreso (cuarta en misma cantidad de partidos jugados por el picapiedra este año) tiene varias aristas para analizar, más allá de lo específicamente futbolístico. Por supuesto que cuerpo técnico, dirigentes y futbolistas harán lo mismo internamente, y es muy probable que las cuestiones que señalemos aquí ya deben estar en la mente de los encargados de revertir esto.

El comienzo de la temporada 2018 del fútbol uruguayo nos agarró con la cabeza en otro lado: el histórico debut en la Copa Sudamericana. Esa es la realidad. Era algo tan importante, tan esperado, que costó tanto lograr, que dejó en segundo plano el andar del equipo en el Torneo Apertura, donde al día de hoy nos encontramos últimos, con 0 punto y una abultada diferencia de gol en contra.



(foto: Progreso Twitter Oficial)

Era la primera participación internacional para la gran mayoría de nuestros jugadores, pero también para el cuerpo técnico y para la dirigencia. Y la falta de experiencia nos podía pasar factura, en varios niveles. El problema es que estábamos jugados al partido de la copa y no se nos dio como esperábamos.

Si nuestros muchachos hubieran traído un buen resultado de Perú, nadie se quejaría de la situación deportiva actual. Nadie. Y creemos que más allá de que futbolísticamente el rendimiento deja mucho que desear, todos estamos de acuerdo que Rampla en Lima jugó su mejor partido en lo que va del 2018.

El desgaste físico y mental del equipo fue muy grande, en buena medida por haber tenido que jugar más de 40 minutos en inferioridad numérica. Y tener que volver a jugar la misma semana, con un vuelo de 5 horas en el medio, nos iba a costar.

Para peor Rampla jugaba el martes en Perú y recién iba a volver a Montevideo el jueves por la mañana, por eso creemos que de ninguna manera se debió aceptar jugar el partido contra Progreso el día sábado. La Mesa Ejecutiva lo fijó y con bastante antelación (antes de disputarse la 2da. fecha), pero no sabemos si no se hicieron las gestiones para cambiarlo para el domingo y si cuando se hicieron ya era tarde.

Seguramente hubo muchas cuestiones que atender (convengamos que el cambio de sede del partido en Perú fue un verdadero dolor de cabeza), pero lo cierto es que ya desde lo institucional descuidamos lo que iba a ser el retorno a la actividad local.

Lógicamente el cuerpo técnico debió darle descanso a la mayoría de los futbolistas que venían siendo titulares, y eso también provocó que debiera conformar una oncena algo improvisada para el choque ante los gauchos. Improvisada en el sentido de que iba a alinear una formación que nunca había jugado junta, e incluso con varios debutantes, aparte de jugadores fuera de su puesto habitual.

Rodrigo Odriozola estuvo en el arco; Mauro Brasil, Gonzalo Rizzo, Claudio Servetti y Mauricio Felipe en defensa; Diego Benítez, Jhony Galli, Cristian Olivera y Damián Cabrera en el mediocampo; Diego Martiñones y Santiago González en ofensiva.

Brasil, el zaguero que estaba en El Tanque y llegó cedido por Peñarol, fue colocado como lateral derecho, habiendo jugado habitualmente de central. De todos modos, cumplió una gran tarea y fue, junto a Galli, de los mejores exponentes de Rampla en la derrota ante Progreso.



(foto: Progreso Twitter Oficial)

Martiñones, el otro debutante, intentó generar juego asociado con Benítez y Olivera, pero se diluyó en sus acercamientos al arco rival. En general, tanto el “Rata” como Santiago González fueron bien controlados por la defensa del gaucho.

El primer tiempo comenzó parejo. La primera chance de gol la tuvo el picapiedra, a los 6 minutos. Fue en un centro de Cabrera al corazón del área, mala salida del arquero local y cabezazo de Servetti que se pierde por arriba del palo.

Sin embargo, dentro de la paridad, se veía que Progreso tenía una idea de juego y Rampla no. Defensivamente, ellos presionaban la salida rojiverde y no nos dejaban generar juego en la mitad del campo. Y en ataque colocaban a futbolistas veloces bien abiertos en las puntas, esperando un pase largo que los dejara mano a mano con nuestros laterales. Con esa receta convertirían el primer y el tercer gol.




(foto: Progreso Twitter Oficial)

Enfrente un Rampla que luchaba pero que generaba muy poco juego. Apenas alguna asociación entre Martiñones, Olivera y Benítez por la derecha pero nada más. Ni siquiera intentos con remates de media distancia. Extrañamos muchísimo los pases de Dorrego, la habilidad de Panzariello y a Lalinde bajando pelotas. A los tres se les dio descanso y no estaban ni siquiera en el banco de suplentes.

El trámite anodino se rompió al minuto 29’ cuando otra vez la sucesión de errores defensivos y distracciones nos cuestan un gol. Pase largo a la punta derecha, centro y Rizzo que anticipa a Odriozola, quien ya estaba tirándose para quedarse con la guinda. La pelota se va a las nubes y toda nuestra defensa se distrae, pensando que se iba al córner.

Resulta que el esférico no sale (al menos según el línea) y cuando cae Felipe intenta rechazarlo, con la mala fortuna de que pifia y la bola sale para el medio del área. La toma un jugador de Progreso y cuando intentamos reaccionar ya es tarde: pase al medio y gol de Onetto.

El malhumor generalizado se apodera de la tribuna. Dentro de la cancha se nota confusión y un equipo golpeado en lo anímico. Para peor Progreso aprovecha el momento y 6 minutos después Freitas gana en nuestra área y vence a Odriozola con un notable cabezazo al segundo palo.

En los minutos finales de la primera mitad Rampla esboza una reacción. Hubo un tiro libre de Santiago González bien controlado por el arquero y una buena jugada colectiva por derecha que termina en offside de Olivera, cuando quizás Martiñones debió optar por rematar al arco.

Para el segundo tiempo, los picapiedras realizan dos variantes: Luciano Ísola y Mathías Cóccaro por Benítez y González. Cóccaro es un joven futbolista que en su momento estuvo en selecciones juveniles de Uruguay y que llegó procedente de Atlético Tucumán, donde jugó en la reserva. Mostró algunas cosas interesantes. Se lo vio ágil, movedizo y con fuerza para luchar con los rivales. Casi convierte un gol de tijera tras un centro desde la derecha. La guinda picó y se fue por arriba del palo.

Más allá de los cambios, Rampla en el segundo tiempo anímicamente era otro equipo. Salió dispuesto a llevarse por delante a su rival. Mejoramos muchísimo en la recuperación de la pelota, donde Galli quitó aún más que en la primera mitad. Damián Cabrera fue uno de los que elevó su nivel.

Sin ocasiones claras de peligro, al menos el partido se jugaba en campo de Progreso y muy cerca de su área. De esa forma se provoca la jugada del penal que nos pone a tiro del empate. Fue al minuto 24, donde Cóccaro intenta un sombrero contra un defensa dentro del área y el rival mete la mano.



(foto: Progreso Twitter Oficial)

La pena máxima la ejecuta Matías Rigoleto (que desde los 15’ estaba en la cancha tras reemplazar a Martiñones) y pone el 1-2. Faltaba un buen rato todavía, pero los picapiedras no pudieron capitalizarlo. Estar a un gol del empate también hizo que aumentara el nerviosismo y la tensión, además de que los locales se vieron obligados a redoblar su esfuerzo para mantener la ventaja.

La ilusión (fue más que nada eso) de empatar se mantuvo hasta los 42 minutos. Ahí otra vez nos dañan con un balón largo a la punta, en una situación mano a mano donde si el delantero se escapa es medio gol. Muy parecido al 1-0 que nos convirtió UTC en Perú.

Esta vez es Felipe quien llega tarde, pierde el cruce y Alexander Rosso se va solo para definir con tranquilidad ante la salida de Odriozola y marcar el 3-1 que ya era lapidario. Después, ya con tiempo cumplido, Joaquín Gottesman (hermano del que estaba en Rampla) anotaría el 4-1 definitivo con un impecable tiro libre.

Pitazo final y gran malestar en la parcialidad picapiedra. Algunos gritaron alguna cosa fuera de lugar, pero también hubo palabras de aliento. De más está decir que en este espacio siempre vamos a repudiar los insultos contra quienes defienden nuestra camiseta. Y no solo por las alegrías que nos dieron (en este caso), sino porque solo ellos pueden sacarnos de esta situación. Lo mismo corre para el cuerpo técnico.

Es fundamental focalizarnos en revertir esto ya. El próximo sábado tenemos una nueva oportunidad, nada menos que ante Defensor, nuestra “sombra negra”. Es un partido tan difícil como motivante, porque un triunfo ante el equipo violeta puede ser el resultado que necesitamos para recuperar la confianza.

Hay que analizar lo hecho hasta ahora. Incluso de las peores derrotas se sacan conclusiones. Entendemos que algunos futbolistas nuevos han demostrado que merecen ser considerados (Brasil y Cóccaro, puntualmente) y quizás otros deban dejar su lugar a un compañero. El plantel es amplio y hay variantes.

Todos esperamos que el cuerpo técnico pueda encontrar los mejores rendimientos de cada jugador, y para eso es importante colocarlos en su puesto natural, en vez de obligarlos a cumplir un rol que no es el que les sienta mejor. Eso sin duda será la base para también encontrar un mejor juego colectivo.

Tengamos memoria. Apoyemos y dejemos trabajar. Confiemos. Sigamos unidos. Esto recién empieza y el año pasado también arrancó mal. De todos modos, que la felicidad de estar en el plano internacional no nos obnubile. Todo bien con sacarse fotos abrazando una llama, o tomando pisco, o mojándonos los pies en el pacífico, pero esto sigue y no hay que aflojar ni un segundo. La historia de Rampla así lo exige.

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