Y cuando uno ve aquel 4-0 y después se encuentra con lo mostrado por los picapiedras el fin de semana contra Atenas, la verdad que no tiene nada que ver: parecen dos equipos distintos, y no solo por el cambio de nombres sino por el rendimiento.
Realmente el partido contra los de San Carlos fue muy feo y el “nada que ver” que titula esta crónica también puede aplicarse para lo poco que mostraron ambos equipos dentro del terreno de juego. Un encuentro casi sin situaciones de gol, y en el caso de Rampla casi sin pisar el área rival.
No hubo desborde ni elaboración de ningún tipo. No se ganaron balones en el juego aéreo. No se aprovecharon las pelotas quietas. NADA. A tal punto que en el primer tiempo muchas personas se dedicaron a mirar el espectáculo aéreo que se estaba realizando en las inmediaciones del puerto de Montevideo.

Si bien es cierto que hubo ausencias importantes (Soto y De León suspendidos, Martiñones y Lalinde en sanidad) tampoco es justificativo para el mal rendimiento, porque contra Boston River varios de ellos jugaron y el equipo tampoco funcionó. Hace varios partidos que no funciona. Y lesiones y suspensiones tienen todos los clubes.
Además, quedaron en el banco de suplentes jugadores como Panzariello y Cóccaro que tuvieron buenos rendimientos en su momento y que si bien últimamente no estaban en su más alto nivel, eso también es consecuencia del bajón general del equipo.
Y por otra parte está el caso de Dorrego que, salvo que haya cuestiones extrafutbolísticas que desconocemos, no se explica que no tenga un lugar al menos en el banco de suplentes, que no se le brinde otra oportunidad siendo que cuando jugó no lo hizo de mala manera (de hecho, creemos que en el debut contra Fénix fue el mejor de Rampla y que en Perú hizo un buen partido).
Contra Atenas el rojiverde salió con Rodrigo Odriozola en el arco; Mauricio Felipe, Mauro Brasil, Gonzalo Rizzo y Gastón Roselló en defensa; Cristian Olivera, Nicolás Rocha, Jhony Galli e Igor Paim en el mediocampo; Matías Rigoleto y Santiago González en ofensiva. La única novedad fue el ingreso de Roselló en el lateral izquierdo y el juvenil tuvo una correcta actuación.
En el primer tiempo, casi que no pudimos dar dos pases seguidos, algo que al menos sí mostró Atenas. Ellos tuvieron dinámica, intentaron llegar con pelota dominada (al menos lo intentaron), mientras que los nuestros parecía que solo le pegaban para arriba, a lo que salga. Y claro está que ni Matías ni Santiago tienen su fuerte en el juego aéreo.
Para el complemento esperábamos algún cambio de entrada, ya que el cuerpo técnico nos tiene acostumbrados a mover rápido el banco cuando la cosa no sale. No fue así esta vez. Se mantuvo la oncena. Rampla apenas generó una jugada por derecha, donde Paim recibió en el centro y se mandó entre dos rivales, buscando la falta. El juez no la cobró y Felipe sacó un buen remate que el arquero desvió hacia un costado.
Después vino el penal para Atenas, cuando iban 20 minutos del complemento. Pelota quieta, marcamos mal (otra vez) y Brasil se ve obligado a cometer falta. Ostojich señala el penal y expulsa al zaguero por doble amarilla.
En ese momento estaba Cóccaro listo para entrar y lo haría antes de la ejecución de la pena máxima, en lugar de González. Previamente había ingresado Claudio Servetti por Rizzo, que salió sentido.
El penal se convierte en gol y el picapiedra además de ir perdiendo se quedaba con un hombre menos. Aquí es que AL MENOS aparece algo rescatable: la rebeldía. Los rojiverdes mostraron actitud y garra para disimular la inferioridad numérica y lanzarse por el empate. Diego Benítez entró por Paim y esa fue la última variante.
Más “a los ponchazos” que con fútbol, al menos se pudo llevar a los de San Carlos contra su área. Una buena jugada por derecha entre Felipe y Olivera terminó con un centro que Cóccaro cabeceó apenas desviado. Ya con eso, el joven nacido en Lavalleja hizo más que los dos delanteros que entraron como titulares. Y faltando 5 minutos generaría el penal que nos daría la igualdad.
Pelotazo largo (para variar), Cóccaro que la pelea, la guinda que le queda a Rigoleto, la mete para Cóccaro y este hace un caño notable dentro del área, forzando el contacto y la infracción. Ostojich estaba cerca y no dudó: sancionó la pena máxima y expulsó al jugador de Atenas por doble amarilla.
Matías Rigoleto le pegó notable y puso el 1-1. Quedaban 5 más los descuentos y estábamos 10 contra 10, pero el tiempo no alcanzaría. Tuvimos una buena jugada entre Benítez y Olivera al borde del área (una de las pocas paredes o la única que salió bien), la guinda la quedó a Cóccaro quien convertía pero estaba en posición adelantada.
Llegó el pitazo final y otra vez nos quedamos con las ganas de ganar. Ya son 15 partidos sin triunfos por el campeonato uruguayo (lógicamente sin contar el ganado por reglamento contra El Tanque). En nuestros treinta y pico de años como ramplenses no recordamos una sequía tan larga.
Esta vez, además, ni siquiera pudimos ganar contra un equipo que había perdido TODOS los partidos que había jugado como visitante. Y así seguimos: últimos en la tabla, cada vez más complicados en la lucha por la permanencia, mirando ya con nostalgia aquella noche de marzo en la que fuimos tan felices.
RESUMEN TELEVISIVO DEL PARTIDO