domingo, 31 de mayo de 2015

Vamos a volver

Que lindo es ver a RAMPLA aún en los momentos más duros, no nos olvidemos eso. Haber nacido y crecido a cien kilómetros del estadio más lindo del mundo, me obligó a ingeniármelas para poder seguir, fin de semana a fin de semana, al viejo RAMPLA desde mi San José natal.

En aquellos años donde los goles eran en blanco y negro y se veían en los polideportivos de los noticieros dominicales o en las fotos de la página de atrás de los diarios, aprendí a querer al picapiedra y a sentirlo como una de mis pasiones, seguramente la más irracional y la más fuerte.

Tuve que esperar hasta mi adolescencia, allá por los años ochenta, cuando radicado en el barrio del cordón - con la idea de estudiar arquitectura pero en los hechos descubriendo y potenciando otra de mis pasiones, la que me sirve de sustento de vida, la publicidad - comencé a seguir a RAMPLA por las diferentes canchas de Montevideo y luego del país.

Y lo he seguido siempre que las circunstancias me lo han permitido, y por tanto me ha tocado vivir varios momentos amargos como el de hoy, desde el primer descenso que recuerdo, en el Centenario en un 0 - 1 ante Miramar luego de una serie de empates en el Viera.

Seguramente el no ser del barrio, el no estar día a día con gente que siente lo mismo que uno, el estar ahora radicado en Maldonado y con una serie de responsabilidades personales que me hacen casi imposible ir hasta Montevideo los fines de semana - y para colmo este año el día que nos toca Atenas de rival a mi me tocaba un trabajo en Colonia - hagan que uno valore mucho más el simple hecho de ver la camiseta en la cancha y disfrute de eso, de simplemente ver al cuadro ahí, compitiendo.



Todos sabemos lo que es no poder competir, nos tocó vivirlo, pero seguramente quienes no podemos ir fin de semana a fin de semana, cuando volvemos a una cancha y más al Olímpico, lo disfrutamos más allá de lo doloroso del resultado.

Quiso el destino que me tocara viajar rumbo a Rivera en la jornada del domingo y por tanto pasar por Tacuarembó. No podía entonces faltar, como no faltaron hinchas, de esos que veo desde que veo a Rampla. Sí es verdad, éramos pocos, pero estábamos ahí, como corresponde, como siempre ha sido, como siempre me han contado que ha sucedido cuando juega el viejo Rampla.

Claro que para ser honestos deba decir que tal vez si no fuera porque tenía una abstinencia brutal de ver al equipo en vivo, de estar en una tribuna, en el primer tiempo me hubiera puesto a mirar a los pibes que jugaban en el pastito de adentro del velódromo del complejo deportivo de Tacuarembó. Es que los primeros 45 minutos se jugaron a ritmo de solteros contra casados y entendí claramente el por qué del enojo de mucho en los foros, más allá que no comparta las formas de las protestas.

Lo que era la primer final para nosotros la empezamos jugando con displicencia. Ellos movían la pelota con tranquilidad, nosotros le dábamos espacio y nos tiraban pelotazos cruzados a las espaldas de Alejandro Rodríguez, en realidad entre éste y el coto Vargas, para que nos entraran por ahí con centros a Aldo Díaz.

Nosotros lográbamos entrar por nuestra derecha, por el lado de Vega, que ingresó varias veces al área para meter la pelota cruzada, donde un par de veces logró dominar Richard pero sin buena puntería o encontrando a un arquero muy bien ubicado y con claridad para resolver.

Richard por su parte buscó varias veces desde lejos pero sin lograr inquietar. El problema es que sobre el final del primer tiempo, cuando más estábamos atacando llegó el gol de ellos. Aldo Díaz que esta semana cumplió 40 años, entró al área con resto como si fuera el más joven de la cancha. Se metió entre Tejera y Montero, hizo la pared con un compañero y definió notablemente en el arco donde estábamos nosotros para que el buen marco de público que acompañó al descendido Tacuarembó terminara de gritarnos que nos llevaban con ellos.



Pero los gritos duraron lo que demoró en recorrer la pelota el largo de la cancha ya que de movida atacamos de nuevo por la derecha, la buscamos por el medio, hubo una serie de rebotes que desde donde estábamos no pudimos ver y Mauro Vila la mandó al fondo de la red.

Mauro que fue a mi juicio el que más quiso y el que más ideas tuvo, sobretodo en el segundo tiempo. Un segundo tiempo donde sí vimos a Rampla con otra actitud, con esa que me hubiera gustado ver desde el vamos. Con Olveira prácticamente adentro de la cancha y con los jugadores metiendo con ganas.

Para el segundo tiempo no volvió Vega que se había mostrado sentido y si bien se lo critica (y creo que con razón) por ser muy frío, sabe con la pelota y generó situaciones de peligro abriendo la defensa por derecha. Entró Matías Choca en su lugar que no tuvo la misma dinámica de juego pero que aportó lo suyo en el ataque. Luego entró Raimondi por Alejandro Rodríguez en un cambio que nos hacía jugarnos al todo o nada y era lo que debíamos hacer. Los teníamos ahí, estaba para caer, pero se vino la contra y otra vez Aldo Díaz.

Honestamente pensé que el equipo se caía como ya lo vi caerse por televisión, pero no fue así y realmente ví al viejo Rampla que quiero ver. El equipo fue al ataque quiso y se llegó al empate con un gol de prepo, Raimondi atropelló al golero, le ganó la pelota en un rebote y entró con ella y todo al arco.



La treintena de gargantas que llegaron desde la capital al norte del país comenzaron a cantar y a hacerse sentir más que las casi mil almas tacuaremboenses que estaban en la tribuna.

Mauro Vila por izquierda las quería todas, Muriel Orlando entró por Machado que se lo había perdido un par de veces, Raimondi, Orlando, Richard y Galo se perdieron el tercero mano a mano con el golero, pero la más clara la tuvo Dany Tejera en el tercer corner consecutivo que tiramos desde la tribuna principal y el arco donde estábamos nosotros. La pelota la jugó corta Mauro para Richard, este la devolvió y el centro de Mauro lo manoteó el golero, le pegó en la cabeza a Dany que estaba contra el segundo palo a medio metro de la línea de gol y la pelota pegó en la cara externa de la red.

Teníamos cuatro delanteros netos, Richad por derecha, Muriel y Raimondi al medio, y Vila por izquierda. Los teníamos contra las cuerdas, parecía que el gol caía, pero nos quedamos sin ideas, nos repetimos en los centros de Mauro que eran sacados por los centrales de Tacuarembó y cuando no la recuperamos en tres cuarto de cancha donde Choca era el que la buscaba y movía, se vino la contra de ellos y nos hicieron un golazo, que ese sí nos dejó sin reacción.

Pero ves... ese golpe te lo acepto, esa bajada de brazos a un minuto del final cuando estábamos jugados, es normal. No fue hoy que descendimos y esto lo digo en base a leer a quienes escriben en el Bravo Rampla, que es una forma de mantenernos informado y que entonces cómo no me iba a ofrecer a darles una mano estando yo en la cancha si suelen ser mi nexo entre mis ganas de saber del club y lo que pasa.

Hoy me tengo que olvidar del primer tiempo y rescatar esos 40 minutos del segundo tiempo donde hicimos lo que pudimos, con nuestras falencias, pero entregándonos por la camiseta. 40 porque después del tercero de ellos se terminó todo, aunque de movida pudimos empatarlo ya no nos daba y luego llego el cuarto que fue anecdótico.



Sin embargo hoy no me puedo olvidar que éramos pocos pero estábamos ahí a 400 km del Olímpico y hoy descendimos y desde la tribuna se reclamó a los jugadores y al cuerpo técnico el gesto de por lo menos alzar la mirada y agradecer a quienes estábamos ahí en las malas. No pasó. Se fueron sin reconocer que a pesar de todo ahí estaba el hincha de RAMPLA, aunque sea representado en uno solo, no importa, ahí estaba y no lo vieron, no lo miraron.

Equivocado o no, el hincha es la base del club y yo también tengo como socio toda la responsabilidad de lo que es la institución, por eso, porque es muy poco lo que aporto día a día, me pareció oportuno hacerme un ratito en mi viaje al norte para escribir estas líneas y llamar a los socios todos, a pensar cómo podemos cambiar esta realidad, porque no estamos así por el técnico tal o cual, por el gol que no fue, o por los dirigentes de turno. Estamos así por mí, por vos y por todos que no hemos sabido cómo canalizar positivamente lo que sentimos y construir el club que somos.

A no olvidarnos, que no hay nada más lindo que ver a RAMPLA en la cancha, ya supimos todos lo que es no competir, yo lo sé semana a semana lo que es gastarme el dedo haciendo click para ver si hay actualización en esta página y saber qué pasa con el club.

Un abrazo al equipo de El Bravo Rampla, un agradecimiento por darnos a quienes no podemos ir a la cancha todas las veces que quisiéramos la oportunidad de vivir los partidos lo más cercano posible.

Vamos a volver. Debemos trabajar para ello.

Fotos y comentario: Siul Bango.

lunes, 25 de mayo de 2015

De mal en peor

Rampla Juniors perdió 1-3 ante Juventud en el Méndez Piana y quedó al borde del descenso a Segunda División. Los picapiedras apenas han sumado 3 de los últimos 18 puntos en disputa, y ahora necesitan ganar los 6 que quedan para aspirar a mantener la categoría, aunque ya no dependen de sí mismos: deberán esperar que El Tanque, Atenas y Cerro dejen puntos por el camino.

El partido ante los pedrenses fue más de lo mismo. Un equipo de Rampla sin ideas, sin funcionamiento, que no se sabe a qué juega y tiene enormes problemas defensivos. Solo “sobrevive” mientras los rivales desperdician sus chances de gol o Long milagrosamente los evita, hasta que una pelota entra en el arco y, al igual que en el clásico, el equipo se termina de desmoronar anímicamente.

Este momento de Rampla es consecuencia de muchos factores y de problemas institucionales que vienen de hace mucho tiempo atrás. No nos vamos a referir a eso en esta crónica. Hablaremos de lo puntual, del momento deportivo actual.

Tenemos un equipo mal dirigido por Jorge “Chifle” Barrios, que nunca plasmó una idea de juego en la cancha y siempre terminó con pelotazos a Machado y Dzeruvs como único argumento ofensivo. En algunos partidos con eso alcanzó, pero en la mayoría no. Por otra parte, el entrenador nunca pudo arreglar una defensa que siempre hizo agua y que por algo es la segunda más goleada del Torneo Clausura.

El primer gol de Juventud es el mejor ejemplo. Con dos jugadores, uno que tira el centro y otro que cabecea, les alcanzó a los pedrenses para hacerle un gol a todos los defensas de Rampla, que fueron espectadores de lujo. Es insólito lo completamente solo que aparece Palacios para convertir el tanto mientras todos miran. Y antes de eso, Juventud había contado con por lo menos 6 o 7 aproximaciones peligrosas dentro del área que terminaron afuera o en notables intervenciones de Long.

Previo al 0-1, el “Chifle” Barrios otra vez se había equivocado con los cambios. Sacó a Marcel Román y perdió marca en el medio de la cancha, dejando espacios que luego Juventud aprovecharía. Puso a Richard Núñez, que no era el jugador adecuado para poner en un partido friccionado y donde la pelota iba más por arriba que por abajo. Y lo peor es que da la sensación que el DT hizo el cambio influido por los gritos de un par de parciales desde atrás del alambrado.

Después de aquel primer gol vino la expulsión de Dzeruvs, parte del nerviosismo general que vivía el equipo tras el tanto de Juventud, y los goles pedrenses que sentenciarían el pleito: uno de penal (bien sancionado) y el otro en maniobra personal de Palacios. En los descuentos llegó el 1-3 convertido por Muriel Orlando de cabeza, tras centro de Richard Núñez.

Al final del partido, Barrios puso el cargo a disposición, algo que, humildemente, creemos que debió hacer ni bien finalizado el partido clásico. Fue un error de la Comisión Directiva el haber traído un entrenador que apenas había dirigido a Wanderers y Cerrito sin éxito, y que dejó a los auriverdes al borde del descenso (finalmente perdieron la categoría pero el entrenador ya había renunciado un par de fechas antes, básicamente lo mismo que hizo ahora en Rampla).

Un plantel mal conformado, que perdió jugadores fundamentales (Malán, Aprile, García, Barreto) y no se reforzó como debía. Se trajeron futbolistas viendo videos de YouTube o por recomendación de empresarios que obviamente no tienen otro lugar donde colocar a sus representados. Por algo será que los acercan a Rampla.

Un grupo que no tiene líderes futbolísticos y jugadores con personalidad que contagien al resto. Por poner un ejemplo, se trajo a Jim Varela, un volante central juvenil para pelear un descenso, en vez de buscar un mediocampista con carácter y experiencia como indica la historia de Rampla.

Contra Juventud, luego de que un rival "sobrara" metiendo un pase de rabona, el único que se lo reprochó enérgicamente fue Mauro Vila. Fue el único que tuvo un poco de "vergüenza deportiva" mientras sus compañeros se hacían los desentendidos. Y no lo decimos para idolatrar a Vila, sino porque esa situación demuestra que tampoco se ve que haya compañerismo en el grupo.

Es un plantel más preocupado por cobrar en fecha y hacer paro o no concentrar que por ganar los partidos y salir de la difícil situación deportiva, pero que cobró y concentró previo al choque con Juventud y sin embargo no mostró nada diferente. Mucha queja y poco compromiso con la causa.

En fin, lamentablemente ya estamos jugados y casi condenados. Veremos qué acontece en las próximas horas con la designación de un nuevo cuerpo técnico, si es que la Comisión Directiva le acepta la renuncia a Barrios. Quedan dos partidos, el próximo contra Tacuarembó en el Goyenola y el último frente a Defensor Sporting en el Olímpico. Ni que hablar que Rampla debe ganar los 2 partidos y esperar una serie de resultados para seguir en Primera. Más que un técnico, habría que traer un mago.

Veremos si después de lo que puede ser el peor campeonato de la historia (porque habría que revisar si alguna vez Rampla perdió los dos clásicos y además se fue a la B) y de lo que puede ser el segundo descenso en 3 años, alguien se hace responsable de este desastre institucional y futbolístico que es Rampla Juniors.

Comentario: Mr. Baru (@crearoreventar)
Gritos para intimidar a los rivales: Emilio Fernández (@DurosConceptos)
Fue a sacar fotos al triángulo de las Bermudas y nunca más fue visto: Adrián Barreto (@adribarreto90)

domingo, 17 de mayo de 2015

Esto no es Rampla

Esta temporada, Rampla Juniors tenía dos objetivos, dos obligaciones históricas: mantenerse en primera división y ganar los clásicos. En el segundo de esos objetivos, este plantel y el anterior fracasaron. Ahora solo quedará luchar por la permanencia, que por cierto aparece como muy complicada.

Hemos salido de situaciones peores que éstas, es cierto, pero con planteles que aún con problemas económicos mucho más graves que los de ahora, e incluso sin entrenar en la semana, cuando llegaba la hora del partido dejaban la vida, porque entendían que no irse al descenso era importante para el club pero también para ellos, porque sentían que su honor estaba en juego.

El fútbol no es un trabajo como cualquier otro. El que quiera ser futbolista profesional solo para "ganar plata" se equivocó de profesión. El fútbol es pasión, es sentimiento, hay otras cosas en juego. El jugador de Rampla tiene que entender que viste una camiseta histórica del fútbol uruguayo y que está representando la pasión de miles de hinchas desperdigados a lo largo y ancho del mundo.

En Rampla se puede ganar o perder, pero entregarse al 100% durante TODO el partido es innegociable. Y en ese sentido, lo de este último clásico fue una vergüenza. Eso que se vió en los últimos 30 minutos no es Rampla. Bajar los brazos no es Rampla y hacerlo en un clásico es imperdonable.

Lo peor es que esto no es de ahora. La personalidad característica del bravo Rampla, de sus leones con corazones de titán, hace muchos años que la hemos perdido. Hemos tenido peores y mejores equipos. Peores y mejores jugadores o técnicos. Años donde no había un peso partido al medio y años donde los inversores despilfarraban el presupuesto. Pero lo que nunca debimos perder es nuestra identidad. La garra, la lucha, lo que siempre temían nuestros rivales. Eso era Rampla. Esto de ahora no es Rampla.

En este último clásico, los rojiverdes jugaron un buen primer tiempo y justo es decirlo, no merecieron irse al descanso en desventaja. Presionaron al rival, se hicieron fuertes en las pelotas divididas y obligaron al arquero contrario a transformarse en figura, pero el gol lo hicieron los otros, y en definitiva eso es lo que cuenta.

Ellos llegaron dos veces y una fue gol. Le dimos libertad a Regueiro para levantar la cabeza y meter un centro pasado que Aníbal Hernández cabeceó en forma notable, recibiendo completamente desmarcado. La otra fue un remate desde el borde del área que Long sacó en gran intervención. Eso y nada más les bastó a los locales para terminar el primer tiempo ganando.

Nosotros tuvimos un tiro de Galo que sacó el arquero Fuentes, un cabezazo de Ale Rodríguez que se fue apenas por encima del horizontal, y la más clara: un disparo de Maxi Montero que el arquero atajó y en el rebote, en forma poco creíble, Paul le pegó “al bulto”, la pelota pegó en el guardameta y se fue al córner.

También tuvimos un cabezazo sobre el segundo palo que el portero sacó contra el poste, y un par de intentos de Richard Núñez que se fueron desviados. Todo esto, más allá de realzar la figura del arquero rival, demuestra la notoria sequía goleadora de nuestro equipo, que ya acumula 3 partidos sin convertir.

De todos modos, daba la sensación de que si seguíamos jugando de esa forma, el resultado se podía revertir. No fue así. La intensidad de nuestros futbolistas en el complemento no fue la misma, y además los rivales ya se sentían más tranquilos, movían mejor la pelota, y así llegaron al segundo tanto, donde prácticamente entraron caminando al área nuestra para que otra vez Hernández venciera a Long.

Tras ese segundo gol rival, nuestro equipo se desmoronó anímica y futbolísticamente, y lo que pasó de ahí al final realmente dio lástima de ver. La mayoría de los jugadores fallaron en el principal pedido de los hinchas: dejar todo hasta el último minuto. Se los veía entregados, y para peor, alguno hasta hizo méritos para que le sacaran la tarjeta roja y así poder irse a las duchas antes de tiempo.

Y en ese declive también hay responsabilidad del técnico, porque “Chifle” Barrios sacó a los que más generaban fútbol (Mauro Vila y Richard Núñez) e inexplicablemente puso en su lugar a dos futbolistas más de marca (Emanuel Cuello y Mathías Choca). Así era aún más difícil revertir la historia. A la vista está que en todo el segundo tiempo no tuvimos ni una llegada de peligro sobre el arco contrario.

Para empeorar el panorama, el DT sacó también a Luis Machado (que por lo menos ganaba por arriba y complicaba a sus marcadores) y puso a Nicolás Raimondi, un futbolista que dicen que anda bien en las prácticas pero que hacía casi un año que no jugaba oficialmente. ¿Era el partido clásico el momento de darle sus primeros minutos? A la vista quedó claro que no, porque la falta de timing de Raimondi fue escandalosa.

Vamos a ser claros, si el trámite era al revés y el que hubiera estado 2-0 arriba fuera Rampla, el rival nos hubiera metido adentro del área todo el segundo tiempo, ¿verdad? Hubiera acumulado atacantes, en vez de hacer lo que hizo nuestro entrenador: realizar variantes que parecían buscar que no nos hicieran más goles en vez de jugársela por el empate, que es lo que se debe hacer en cualquier partido y mucho más en un clásico.

Ahora quedan tres fechas y todavía hay chances de seguir en Primera División, pero jugando así, tirando la toalla media hora antes del final de los partidos, va a ser imposible. Así, sin arriesgar, sin ir al frente, no hay chance. Realmente no se encuentran argumentos sólidos para creer que nos podamos salvar, porque si no jugamos bien en casi todo el torneo (hay que decirlo, le duela a quien le duela) no vamos a jugar bien "mágicamente" los últimos tres partidos. Por eso mismo, es que el esfuerzo debe ser el máximo, para al menos aspirar a una chance de llegar con vida hasta el final.

Así que lo único que le pedimos a jugadores y cuerpo técnico es que por lo menos en estas últimas tres finales, se entreguen al máximo para dejar a nuestro club en el lugar que nunca más debe abandonar: la Primera División del Fútbol Uruguayo. Y a partir de ahí, veremos que pasa con Rampla deportiva e institucionalmente. Que se necesitan cambios profundos, es evidente, hace rato. Solo así podremos volver a ser el bravo Rampla, el duro y corajudo que nunca debimos dejar de ser.

Comentario: Mr. Baru (@crearoreventar)
Estudios centrales: Emilio Fernández (@DurosConceptos) y Adrián Barreto (@adribarreto90)

lunes, 4 de mayo de 2015

A mano armada

En el Torneo Apertura 2008, Rampla Juniors recibía a Peñarol en el Estadio Centenario. Tras ponerse en ventaja con un gol de Julián Perujo en el segundo tiempo, el otrora técnico picapiedra Angel Castelnoble agotó los cambios para sostener el resultado. Sin embargo, la línea de 5 defensores con 4 volantes delante no fue suficiente, y los aurinegros dieron vuelta el resultado faltando 10 minutos.

El partido parecía liquidado a favor de los manyas, dirigidos en aquel entonces por Mario Saralegui. El empate de Rampla no se veía por ningún lado, porque además los rojiverdes ya no tenían jugadores para hacer un planteo ofensivo que les permitiera ir a buscar la igualdad. Solo quedaba esperar un nuevo gol aurinegro.

Sin embargo, faltando 3 minutos, el “pájaro” Alonso desbordó, tiró un centro sin muchas pretensiones y Julián Perujo, de cabeza, anticipó a toda la defensa y puso el 2-2. Sorpresa generalizada en el Centenario, que sería aún mayor cuando 1 minuto después Víctor Guadalupe anotaría el 3-2 con el que Rampla se quedaría con la victoria. En este video lo recordamos:


Seguramente, quienes vieron el partido del pasado domingo en el Estadio Centenario entenderán a qué viene todo esto. Rampla Juniors perdía 0-1 contra Peñarol a falta de poco más de 10 minutos para el final. Es cierto, los rojiverdes no parecían poner en riesgo el triunfo aurinegro, pero sabido es que un gol no es diferencia y en fútbol todo puede pasar.

Esta vez, el bochornoso penal cobrado por el juez Pablo Giménez, a instancias de su asistente Carlos Changala, nos privó de cualquier tipo de posibilidad de intentar llevarnos algo del Centenario. Una decisión muy grosera, notoriamente perjudicial para nuestro club, y que es muy difícil de aceptar que pueda ser catalogada como un simple “error”.

Un error de apreciación puede darse por centímetros, no por un metro. Una jugada puede verse mal a la distancia, no cuando uno está muy cerca, de frente a ella y sin ningún obstáculo.



Y más allá de eso, un árbitro asistente no puede sancionar algo tan grave como un penal, sin estar absolutamente convencido de que la falta ocurrió, y que fue dentro del área.  Eso lo puede hacer el árbitro central, pero los que portan la banderita en las líneas de la cancha por algo son “asistentes”.

Si realmente Carlos Changala vio penal y estuvo absolutamente convencido de que fue así, evidentemente tiene notorios problemas de visión y no puede arbitrar más en el ámbito profesional. Es tan simple como eso. No está capacitado para cumplir la función que se le asigna.

Del desarrollo del partido podemos decir que Rampla salió con un esquema 4-4-2 que pareció el más acertado ya que permitía poblar más las bandas laterales, habida cuenta de que el rival de turno se hace fuerte atacando por afuera. Danilo Saen estuvo en el arco; Diego Barboza, Alejandro Rodríguez, Danny Tejera y Maximiliano Montero en la defensa; Gonzalo Vega, Marcel Román, Diego Galo y Emanuel Cuello en el mediocampo; Paul Dzeruvs y Muriel Orlando en ofensiva.



(foto: Florencia Franco - Facebook: Rampla Juniors Fotos)

Los primeros minutos fueron de bastante zozobra para los picapiedras. Ya a los 6 minutos nos salvamos de milagro. El brasileño Diogo le ganó la banda a Barboza y metió un centro bajo que Zalayeta desvió, anticipando a Tejera. Afortunadamente la guinda se fue por arriba del palo.

A los 11’ otra vez nos atacaron por la misma zona, solo que esta vez pudimos cubrir la banda pero descuidamos el centro. Así Pacheco, totalmente libre, metió un pase en profundidad perfecto para Japo Rodríguez y este la dio al medio para Zalayeta, que definió cayéndose dentro del área chica y ante el achique de Saen. La pelota se fue desviada.

Después del sofocón inicial, Rampla se paró mejor en el campo. El problema es que si bien cubríamos correctamente las bandas, frenando a Urretavizcaya y a Japo Rodríguez, le dábamos demasiadas libertades a Pacheco y Zalayeta para retroceder algunos metros y jugar a las espaldas de Galo y Román.

En ataque abusamos del pelotazo a Dzeruvs y Orlando, y lo mejor se vio cuando Gonzalo Vega pudo avanzar con balón dominado.  Como llegadas para destacar tuvimos un tiro libre de Cuello que se fue cerca y un disparo de media distancia de Román que se perdió desviado.

Antes, para señalar, una falta de atrás sobre Maxi Montero cuando avanzaba por la última línea aurinegra que debió ser para tarjeta amarilla. El árbitro Giménez fue muy permisivo en ese aspecto, quizás no quería correr el riesgo de dejar a algún jugador de Peñarol sin jugar el clásico.

A los 33’ llegó la apertura del marcador para los aurinegros. Avanzaron por la derecha, y otra vez nosotros dejamos libre el centro del campo. Por ahí ingresó al área Luis Aguiar con pelota dominada, y tras un quite providencial de Ale Rodríguez, Zalayeta recogió el balón y de media vuelta fusiló a Saen.

El gol obligó a los picapiedras a adelantarse en el campo y poco a poco comenzamos a llegar sobre el área rival, ante una defensa carbonera que no se veía muy firme. La chance más clara para empatar la tuvimos a los 39 minutos. Córner desde la derecha de Dzeruvs que cae abierto y pasado, cabezazo al medio de Ale Rodríguez, toque de Orlando para descolocar a Migliore y Antonio Pacheco, sobre la línea de gol, evita el tanto.



(foto: Florencia Franco - Facebook: Rampla Juniors Fotos)

Al minuto tuvimos otro tiro de esquina peligroso que terminó con una chilena de Diego Barboza que se fue apenas desviada. Y a los 42 minutos otra de las polémicas de la noche. Gonzalo Vega recogió un rebote y quiso entrar al área eludiendo rivales, cuando fue claramente derribado por el aurinegro Píriz.

Para nosotros, penal inobjetable. El futbolista de Peñarol primero pone la pierna para evitar el paso del jugador de Rampla, y luego cuando ve que no puede hacerlo vuelve a extender su pie aún más allá, derribando a Vega. El picapiedra ya se veía perjudicado por la terna arbitral.

Así llegamos al final del Primer Tiempo, con la sensación de que si Rampla se animaba y llegaba con más gente al ataque, podía complicar a su rival y soñar con la posibilidad del empate. En el descanso, Chifle Barrios mandó al campo a Richard Núñez, saliendo Gonzalo Vega. A nuestro criterio, Vega no debió salir, ya que era el futbolista rojiverde que más complicaba a los rivales.

Nuestro equipo pasó a jugar con un 4-2-3-1 y ese cambio de esquema no dio resultado, principalmente porque Orlando quedó muy solo arriba al bajar Paul a volantear. Tuvimos solamente un tiro de media distancia de Richard Núñez a los 3 minutos y nada más. Barrios luego puso a D’Albenas por Orlando pero Francis tuvo el mismo problema que el punta argentino: estaba demasiado solo contra toda la defensa aurinegra.

(foto: Florencia Franco - Facebook: Rampla Juniors Fotos)

El partido cayó en un pozo. Rampla seguía ordenado atrás y Peñarol casi ni inquietó a Saen, salvo por un avance por derecha que el propio Danilo anuló saliendo bien a tapar la llegada de Urretavizcaya. Antes tuvieron una llegada de Japo Rodríguez donde los aurinegros pidieron penal, por más que en la toma televisiva da la sensación de que Alejandro Rodríguez no lo toca.

También contaron con un par de cabezazos, uno de Aguiar a las manos de Saen y otro de Píriz, cuando Danilo salía y se quedaba con las manos vacías, que se fue por arriba del palo. Pero en definitiva, no estamos hablando de un Peñarol arrollador ni mucho menos, el tema es que lo de Rampla en ataque era muy pobre.

A los 27’ Chifle Barrios realizó la última variante, colocando a Mauro Vila por Cuello, y pocos minutos después se originaría la jugada del penal inventado por Changala que Antonio Pacheco transformaría en gol. A nuestros jugadores ya no les quedaría resto anímico luego del despojo sufrido a manos de los árbitros.

Así llegamos al final del juego y todos nos quedamos con la bronca de no saber qué hubiera pasado si la terna arbitral no se hubiera encargado de quitarnos la chance de buscar la igualdad. Al igual que contra Nacional, un penal mal sancionado nos perjudicó notoriamente, independientemente de que en ambos partidos jugamos mal e hicimos muy poco por el resultado.

Ahora se viene el partido más importante del año, que además es definitorio para nuestras aspiraciones de seguir en Primera División. Hay que ganar si o si, pero eso no quiere decir salir a buscar el resultado desesperadamente. Hay muchas formas de ganar un partido y este en particular hay que prepararlo con mucha inteligencia. El rival está en una situación aún más comprometida que la nuestra. Ellos son los que tienen que desesperarse. Debemos aprovechar su ansiedad y nerviosismo.

De todos modos, sea como sea, ojalá se nos pueda dar esa victoria clásica que tanto se merece nuestra parcialidad. ¡ARRIBA RAMPLA!

Comentario: Mr. Baru (@crearoreventar)
Sufrió otro 0-2 de un equipo suyo en la vecina orilla: Emilio Fernández (@DurosConceptos)
Nos mantuvo al tanto de los conceptos de Romano y Scelza: Adrián Barreto (@adribarreto90)