lunes, 16 de octubre de 2017

Contala como quieras

Un equipo “grande” es líder del campeonato, con puntaje ideal y hasta habiendo ganado el clásico, pero no es capaz de llevar 8 mil personas a un partido, que se juega en el Estadio Centenario y con venta de entradas de todas las formas posibles: locales de cobranzas, por internet y en boleterías hasta la hora del partido.  Y pensar que siguen discutiendo con el otro “grande” quien tiene la hinchada más fiel, cuando claramente eso no es patrimonio de ninguno de los dos. Y ni hablemos de la discusión más estúpida de todas: el decanato.

Un equipo con importantes futbolistas, con las ventajas de siempre (presupuesto, infraestructura, etc), tiene que aprovechar que hay un contrario tendido en el suelo para terminar de ganarle a un rival que, inferior en los papeles pero superior en actitud y garra, lo había puesto contra las cuerdas incluso jugando con un futbolista menos.

Un periodismo deportivo que busca la vuelta para justificar cualquier acto “ventajero”, amparado en la “viveza criolla” que impera en nuestro deporte y en nuestra sociedad. Que dice que es lo mismo llevarse la pelota al otro extremo de la cancha sin ver que hay un hombre caído atrás, que pasar por al lado, ignorarlo y sacar ventaja de eso para hacer un gol.

Todos obviando que siempre que hay un deportista tirado en el suelo se espera algunos segundos para ver si se levanta por sus propios medios o es necesario interrumpir el juego. Porque en la incidencia donde Nicolás Prieto está tirado, el brasileño Leo Bahía sigue la jugada durante 6 o 7 segundos, no más. Fue suficiente para darles la excusa: “ellos la siguieron”, como si se tratara de una pelea entre niños de jardín.

Es así, en Uruguay el poder es impune y el fútbol no escapa a eso. Más bien es el fiel reflejo de eso. Si los árbitros permiten que un día te ganen con un gol convertido en un offside escandaloso, y otro día te cobran un penal por una mano dos metros fuera del área, ¿qué se puede esperar de los jugadores de fútbol? No les podemos pedir la honestidad que no tienen ni las autoridades, ni los dirigentes, ni los jueces.



No queda otra que masticar la bronca, pasar el trago amargo y seguir peléandola. Seguir tratando de torcer el sistema al menos un poquito, para que eso nos permita alcanzar nuestros sueños, que quizás sean pequeños al lado de los anhelos de los demás, pero para nosotros son el motor que nos impulsa día a día.

Sigamos haciendo nuestro propio camino. Que estos sinsabores nos hagan unirnos más, alentar más, apoyar más, redoblar el esfuerzo. Que cada injusticia sea más combustible para nuestra lucha. Que pase lo que pase y digan lo que digan, sigamos con la frente en alto y el honor de saber que dimos lo mejor de nosotros, cada cual desde su lugar: jugadores, técnicos, funcionarios, dirigentes e hinchas.

¡ARRIBA RAMPLA!

Comentario: Marcelo Baruffaldi (@crearoreventar)
Nos avisa qué eventos perdernos: Emilio Fernández (@DurosConceptos)
Farándula y afines: Adrián Barreto (@adribarreto90)

RESUMEN DEL PARTIDO