jueves, 4 de marzo de 2021

Una pausa...



Ramplenses:

Casi 10 años han pasado desde que compartimos este espacio con ustedes; victorias, derrotas, descensos, viajes al interior, viajes al exterior y una larga lista de cosas más nos ha pasado durante este tiempo.

Nos hemos acercado con formato de nota, de crónica, de foto, de saludo en la tribuna y hasta de vivo de Instagram. Todo con un denominador común; el amor a Rampla, el amor a los colores.

Está nueva etapa de club, tan compleja y desafiante como otras, encuentra a algunos integrantes de este proyecto con ganas de colaborar desde adentro. Eso que muchas veces nos han reclamado en algún comentario enojado; ahora se materializa. Integrantes de El Bravo Rampla decidieron colaborar en el área de prensa del club y eso no hace más que alegrarnos a todos los que integramos este espacio.

En virtud de esto, entendemos que el normal desarrollo de este espacio partidario no es compatible con la situación antes descrita. Cómo consecuencia decidimos ponerle una pausa.

¿Qué pasará mientras? Nos seguiremos encontrando en cada lugar en que una camiseta de Rampla diga presente. Nos tomamos esta "licencia" con la tranquilidad de que la información estará a la orden del día desde la página oficial y los espacios partidarios también tienen su vida propia, como el caso de La Voz de Rampla.

¡Hasta dentro de un tiempo!

¡Fuerza Rampla!

El equipo de El Bravo Rampla.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Volver a empezar

Como yo es de público conocimiento, Rampla Juniors volverá a jugar en Segunda División el año que viene. Las causas de este nuevo fracaso deportivo pueden remontarse al momento que uno quiera. Algunos dirán que fue a partir de tal o cual partido, o haber traído a tal o cual técnico, o no haberlo sacado a tiempo a otro. También tendría su lógica el argumento de que no nos podemos establecer en Primera debido a las malas gestiones dirigenciales de los últimos, no sé, 20 o 30 años.

Yo les propongo ir a la última vez que estuvimos en la segunda categoría, porque miren que va a ser muy parecida a la que se viene. Un agujero económico gigante, casi insalvable. Se logra poner el equipo en cancha, con un plantel lleno de futbolistas humildes y trabajadores. Con hombres con sed de superación, liderados por un cuerpo técnico que inculcó valores muy ligados a la identidad de nuestra institución. Ascendimos y fuimos campeones. Remontamos partidos increíbles. Se nos llenó el pecho de orgullo como hacía mucho no ocurría.

¿Y qué pasó luego de volver a Primera? Se tiró todo por la borda. Se trajo un DT argentino (Germán Corengia), con total desconocimiento del medio local. Se dejó de utilizar el Estadio Olímpico porque “la cancha estaba fea” y parece que pretendíamos ser la Holanda de Cruyff. Duró poco la identidad recuperada.

Aquella directiva pudo enderezar el barco a tiempo, y con un hombre de la casa como el “Ronco” López no solo nos salvamos sino que logramos el hito de clasificar a una copa internacional. Sin embargo, a la masa social ramplense, lo bueno no le alcanzó. Eligió el cambio. Sintió que eso del “tercer grande” era posible, en un club que apenas estaba sacando la cabeza del pozo y que, luego de un pésimo Torneo Apertura, otra vez estaba sumido en la lucha por no descender. Nos salvamos, pero quedamos muy comprometidos para el año siguiente.

Con la oportunidad de iniciar la temporada desde cero, la gestión encabezada por Ignacio Durán decide traer a un DT argentino, sin experiencia en Uruguay y con flojos resultados en el exterior. Lo mismo que hizo la dirigencia anterior con Germán Corengia. Otros nombres, mismo error. Toresani duró dos partidos (3-4 vs Progreso y 0-5 vs Peñarol). Ni siquiera se tuvo la firmeza para mantenerlo unos partidos más y ver qué pasaba. Hoy vemos que Progreso y Peñarol son de los mejores equipos del año.

Ya con Rosario Martínez, el equipo redondeó un digno Apertura, sumando 18 puntos y ganando el clásico en nuestra casa, pero en el receso perdimos jugadores fundamentales: Edgar Martínez, Álvaro Fernández, Camilo Cándido, Leonardo Melazzi, Pablo Pereira... y los que llegaron (salvo alguna excepción) no estuvieron a la altura. La seguidilla de derrotas, el mal juego del equipo y un inexplicable 4-3 ante Wanderers le costaron el puesto al entrenador, pero el tiempo demostró que quizás la culpa no era tan suya (más allá de que se dice fue responsable en la ida de algunos de los futbolistas mencionados anteriormente).

Espinel llegó convencido de que eso de que no se puede pelear el descenso “jugando bien” era un mito pero Rampla casi siempre fue superior a su rival y casi siempre perdió. En todos los partidos recibimos al menos 1 gol (la última vez que mantuvimos el arco en cero fue en el clásico del Apertura). Ser ofensivo no sirve de nada si atrás hacés agua por todos lados.

Y aquí estamos, otra vez en la B (tercer descenso en los últimos 7 años) y nuevamente con una deuda que amenaza con ser impagable. Ante este panorama, es fundamental elegir bien qué hacemos de ahora en más.

Reconocemos la filiación ramplense de todos los que trabajan y han trabajado en el club. Valoramos muchísimo el tiempo dedicado, y muchas veces el dinero que sabemos han volcado para tapar agujeros. Aunque seamos críticos, estamos agradecidos por lo que han hecho por Rampla, porque sabemos que en el acierto o en el error lo hicieron de corazón y por el bien del club. Nadie tiene la bola de cristal. No es la idea que una vez publicada esta columna nos empiecen a llegar desmentidas o aclaraciones. Tenemos que mirar hacia adelante.

Después de tantos años de fracasos, quizás debamos reconocer nuestra incapacidad de conducir correctamente el club. Sea por falta de liderazgo (en este período dos presidentes renunciaron), de capacidad o profesionalismo, falta de tiempo o dinero, siempre estamos en la misma. Y todos los hinchas de Rampla somos responsables, no solo los que han puesto el hombro dentro del club.

Por estos días se plantean otras formas de conducción, por ejemplo cediendo o compartiendo la gestión económica / deportiva con organizaciones especializadas en su manejo. Claramente no nos gusta y está lejos del ideal que queremos, pero quizás haya que considerarlas, siempre y cuando sean serias y confiables.

En caso de avanzar en esa dirección, habrá que exigir todas las garantías del caso, preservar la identidad ramplense en todos sus aspectos, fortalecer el rol social de la institución, pero a la vez abrir la cabeza y reconocer que el mundo del fútbol va hacia otro lado.

La próxima asamblea de socios es clave y sería muy importante que asista la mayor cantidad de gente posible. Hay que arrimarse al club ahora más que nunca. Y este sábado, dar la cara ante los vecinos, demostrar que la familia picapiedra está en las buenas y en las malas. ¡Arriba Rampla!

Por Marcelo Baruffaldi.