Es lógico que reine el optimismo en los hinchas de Rampla.
Está claro que somos el gran favorito a ascender, el rival a vencer en esta
divisional, que nos queda chica y ciertamente no nos corresponde. Es cierto
también que se han realizado buenas incorporaciones y que se contrató un
entrenador con sobrada experiencia en la categoría. Pero no podemos pensar que
vamos a golear en cada fecha y que este retorno a Primera será un trámite.
Nada es fácil, fue la primera lección que nos tocó aprender
en este proceso. Quedó demostrado en el debut ante Villa Teresa. Empatamos con
un rival impresentable, un equipito de barrio, que se encontró con un penal
antes de los 10 minutos, jugó con un hombre más a partir de ese momento y
terminó yéndose del Estadio Olímpico como si le hubiera robado un punto al
Barcelona en el Camp Nou. Este Rampla, el que puso Edgardo Arias en la cancha,
es mucho más que Villa Teresa. Muchísimo más. El problema, es que esto no es
lógica proposicional, es fútbol. Todo puede pasar. Como que te cobren un penal
y te expulsen a un jugador, como que pegues 3 balones en los palos y la pelota parezca que no quiere entrar, como que el juez permita que los futbolistas rivales
hagan tiempo a cara de perro, etc.
El equipo que presentó Arias, formó con Martín Barlocco,
César Vargas, Federico Velázquez, Jonathan Souza Motta, Danny Tejera, Rodrigo
Alvez, Darío Flores, Óscar Arce, Maureen Franco, Nicolás Guevara y Leonardo
Medina.
Esta disposición táctica (click para ampliar) duró apenas 7 minutos.
Tras un “tuya y mía” en el borde del área, un futbolista “tereso” (desconozco
si hay otra forma de nombrarlos) se filtró en el área, Darío Flores
aparentemente llegó a destiempo y le cometió penal. Si bien quedaba mano a mano
con Barlocco, el rival no llegaba claro a definir, no tenía el balón totalmente dominado y aparte los defensas de Rampla prácticamente estaban encima suyo. Por
eso es que me parece exagerada la expulsión decretada por parte del árbitro
Óscar Rojas, lo cual ciertamente complicaría mucho más que un eventual gol
rival, que al final fue concretado en la ejecución de la pena máxima.
A partir de ese momento, la defensa pasó a línea de 3, César
Vargas subió hasta el medio sector, “Puchero” Álvez quedó como volante central
y el colombiano Arce siguió jugando por izquierda. Con mucha rebeldía y por
momentos buen juego, de la mano principalmente de la claridad y buenos pases de
Maureen Franco, Rampla comenzó a inclinar la cancha y meter a Villa Teresa
contra su área. El empate pudo llegar enseguida, cuando Guevara quedó mano a
mano con el arquero tras un cabezazo hacia atrás de un defensor, definió con
pierna zurda y el balón pego en el poste.
Con el paso de los minutos, los rojiverdes le iban
encontrando la vuelta a la defensa rojiblanca. El negocio estaba por izquierda,
con las subidas del colombiano Arce. Así casi llega el empate a los 30´, cuando
el cafetero ganó en velocidad tras pase en cortada de Franco, cedió el gol a
Medina que entraba por el medio, y el “búfalo” se la llevó por delante, sin
poder definir, yéndose la pelota afuera. La misma receta un par de minutos
después, esta vez con centro de Arce y cabezazo de Guevara que pega de lleno en
el vertical. La mala liga nos perseguía. Ni que hablar cuando a los 38´ el
“Coto” Vargas sacó una volea de 30 metros a lo David Beckham que también pegó
en el palo, en este caso, inaugurando el travesaño, el poste que faltaba besar
con la guinda.
Y cuando ya el “No podemos ligar tan mal” era vox populi
entre la parcialidad picapiedra, Guevara pescó una pelota en un borbollón
dentro del área, le pegó mordido y pudo meterla contra el palo, marcando el más
que merecido empate y gritándolo con el mismo desahogo que sentimos todos en la
tribuna. Así llegamos al final del Primer Tiempo, con un Rampla que fue muy
superior pese al hombre de menos pero apenas pudo retirarse con un empate.
En el segundo tiempo fue otro cantar. Villa Teresa salió
dispuesto a jugar el partido en el medio de la cancha y tratar de tener la
pelota. Sus jugadores lo hicieron con un toque intrascendente, pero que por lo
menos desgastaba a los jugadores de Rampla haciéndolos correr. De esa forma,
los rojiverdes fueron sintiendo el esfuerzo realizado en los 45 minutos iniciales
y cada vez les costó más hilvanar jugadas de peligro. También hay que tener en
cuenta que era el primer partido de la temporada, y es lógico que los mejores
frutos de la preparación física aún no se puedan ver.
Arias de todos modos intentó refrescar el equipo con
variantes. Así ingresó Paul Dzeruvs por Nicolás Guevara a los 16 minutos. Desde
mi punto de vista, Guevara era el más peligroso exponente de Rampla, aunque
justo sea dicho, tenía amarilla desde el primer tiempo y sabemos que no es un
futbolista que se caracterice precisamente por su juego limpio. Lo cierto es
que el equipo sintió su ausencia, y más teniendo en cuenta que lo de Paul fue
muy pobre.
Después entró Da Cunha por Vargas, que salió algo sentido y para jugar los últimos 15 minutos ingresó Santiago Ochoteco (incorporación
para esta temporada) en lugar del colombiano Arce, quien bajó considerablemente
su nivel con el correr de los minutos, pero en su defensa hay que decir que
llegó sobre el final de la preparación y es el futbolista que más lejos está
desde lo físico.
El complemento pasó sin pena ni gloria para ambos. Salvo
una doble tapada de Barlocco en una jugada que comenzó con un futbolista de
Villa Teresa claramente adelantado, no paso casi nada. Rampla no pudo generar
ninguna chance clara de gol y a medida que transcurrían los minutos, los
visitantes estaban cada vez más conformes con el puntito. De hecho, hicieron
tiempo cada vez que pudieron, y contaron con la complicidad del árbitro Rojas
que apenas adicionó 3 minutos de descuento.
Llegó el final del partido y dejamos 2 puntos impensados por
el camino. Recién fue el primer partido y es muy temprano para realizar
aseveraciones drásticas, estilo “jugando así subimos seguro” o “jugando así no
le ganamos a nadie” (porque sabemos que en la hinchada de Rampla se escucha de
todo). Además, un partido que se jugó casi en su totalidad en inferioridad
numérica, no puede servir para sacar conclusiones definitorias.
En definitiva, cuando en el trabajo o en el barrio nos
pregunten cómo salimos, tendremos que responder: “empatamos 1 a 1 con Villa
Teresa” y soportar las cargadas que se vengan. Igual, somos de Rampla, tenemos
espalda ancha para bancar.
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