La leyenda que se hizo inmortal

En una tarde épica e inolvidable, Rampla Juniors ganó uno de los partidos más increíbles de su historia y se coronó campeón de la Primera Fase del Campeonato Uruguayo de la Segunda División Profesional.

La historia la conocemos todos: hasta los 33 minutos del segundo tiempo los picapiedras perdían 1-4 con Cerro Largo, pero en una muestra fantástica de actitud y buen fútbol lograron empatar y llevar al partido al alargue, donde completaron la faena para ganar 5-4 pese a jugar con un futbolista menos.

Es muy difícil describir con palabras lo que vivimos los hinchas de Rampla este 19 de diciembre de 2015, pero seguro hay un concepto que todos compartimos: ORGULLO.

ORGULLO de entre todos haber movido cielo y tierra para que Rampla pudiera competir cuando 48 horas antes de la fecha límite parecía imposible, por el esfuerzo que los hinchas hicieron, desde cualquier lugar del mundo, sacando dinero de su bolsillo para salvar a nuestro club de una inminente desaparición.

ORGULLO por los ramplenses que estuvieron cada día en la cancha, arreglando y dando una mano con lo que fuera, y hasta se las arreglaron para conseguir una canasta navideña para entregarle a cada uno de los integrantes del plantel, en un admirable gesto de solidaridad.

ORGULLO por el grupo de hinchas y socios que se pusieron la conducción al hombro en uno de los momentos más difíciles de la historia de Rampla, dejando su vida personal de lado para dedicarse full time al objetivo de que los rojiverdes pudieran participar del torneo, y que en el trabajo diario le devolvieron a nuestra institución la humildad, la unión y la transparencia, valores que nunca debieron perderse.

ORGULLO por el cuerpo técnico encabezado por Gabriel Añón, que conscientes de saber que estaban al mando de un equipo con mucha grandeza siempre fueron al frente, siempre arriesgaron, y lograron poner en cancha una formación que realmente dio gusto ver jugar. Sin misterios, sin discursos tribuneros, con mucho trabajo y humildad lograron lo que pocos imaginaban.

ORGULLO por el plantel de futbolistas que vinieron engañados con el cuentito de un gerenciamiento y pese a que la realidad terminó siendo muchísimo más dura, se hicieron fuertes en la adversidad y dejaron la vida en cada partido. “Rampla a sus campeones le dio sangre y calidad” dice el tango y vaya si estos muchachos captaron ese espíritu. Metieron y jugaron de forma notable.

En definitiva, en estas finales Rampla obtuvo un campeonato que significa un paso muy importante para conseguir el gran objetivo de volver a Primera, pero más allá de eso, el picapiedra ganó más que un torneo: RECUPERÓ SU IDENTIDAD.

Rampla volvió a ser duro y corajudo, a ser un equipo de leones, corazones de titán. Volvió a tener ese ansia de luchar hasta el último segundo por la victoria. En pocas palabras: volvió a ser fiel a su historia. Es por eso que cualquier frase de nuestro himno, nuestro tango, o de esa hermosa canción que los murgueros de Rampla nos regalaron este año, cualquier fragmento de esas letras quedaría bien para titular esta crónica.

Y nos hemos demostrado a nosotros mismos que la unión es el camino, que juntos podemos lograr cualquier meta y seguir escribiendo páginas gloriosas en la vida de nuestro querido club, como este 5-4 que quedará escrito en ese álbum que es de acero donde la historia de Rampla está.

Le contaremos a nuestros hijos y nietos lo que fue ver a Guillermo Dutra acalambrado, en una pierna, bancando todo en una improvisada defensa. Se nos erizará la piel cuando recordemos lo que jugó y corrió aquel botija llamado Camilo Cándido, que con pasta de crack se puso el equipo al hombro en el partido más difícil.

Se nos inflará el pecho cuando digamos que un tal Marcel Román vistió nuestra camiseta, y recordemos esos magistrales pases con tres dedos, y sus corridas interminables como perro sabueso atrás de la pelota. Lo mismo cuando nuestra mente reviva la lucha cuerpo a cuerpo de Pablo Pereira, su cabezazo salvador en los descuentos y aquella jugada "maradoniana" al comienzo del segundo tiempo del alargue que casi es el gol del año.

Vamos a lagrimear, seguramente, cuando narremos aquella incidencia en la que Mauricio Felipe se rompió la pierna por ir a luchar una guinda que parecía perdida. Y en el mismo instante recordaremos a Willington Techera y su lucha por la vida, al enmascarado Ángelo Paleso, a Nicolás Pírez dejando el alma en el Nasazzi, y a todos los que de alguna forma "pagaron las consecuencias" de la lucha.

Nos vendrán ganas de pararnos y gritarlos de nuevo cuando rememoremos los golazos de Sena, Leites, Pereira y ni que hablar cuando el recuerdo nos traiga a la mente ese gol increíble de Cristian Olivera en el alargue.

Y más allá de los destaques individuales, a todos los vamos a recordar para siempre, porque ellos mismos dejaron siempre en claro que antes que nada son un grupo y que el mérito es de todos, desde el que hizo más goles hasta el que no tuvo la suerte de jugar ni un minuto. Todos estos muchachos se han ganado un lugar en nuestros corazones y en la historia de Rampla Juniors. Ya son leyenda, y son inmortales. GRACIAS ETERNAS A TODOS. ¡ARRIBA RAMPLA! ¡DALE CAMPEÓN!



Comentario: Marcelo Baruffaldi (@crearoreventar)
Fotos: Adrián Barreto (@adribarreto90)
Cumplió años hace poco y tuvo flor de regalo: Emilio Fernández (@DurosConceptos)